Y sin embargo sigo existiendo
Aunque mi cuerpo ha iniciado su adiós hace siglos.
Aún puedo sentir el tañido de la campana del deseo
y el susurro de la madre
en los lamentos de un rincón abandonado.
El riachuelo permanece, y permanece el prado
con los colores del mundo en la aureola del adiós .
Sólo puedo palpar algunas melodías
que perduran sobre el cuarteado de los tiempos.
También el incienso sobre mis palabras.
Dado que no puedo entrañar estas sensaciones
Voy a componer mi requiem como elevación
y compartir con Mozart el destino final.
Estimado ignació: te felicito por tu poema, toca un tema recurrente entre los escritores. Un abrazo fraternal, Chente.
ResponderEliminarGracias Chente agradezco mucho tu presencia y palabras.Un gran abrazo
EliminarIgnacio