Fuiste tan allegada a mis músicas, que todos los requiebros del alba se borraron de mi mente para dedicarme a ti. Ibamos hasta el huerto de petunias y dejábamos reposar el alma sobre las aguas del arroyo que nos llamaba por nuestro nombre. También participaban varios rayos de sol, para alejar los maleficios.
Y sobre este sueño, veíamos nuestro cuerpo flotar en el infinito, y nuestras alas
teñirse de azul para nuestra llegada...
Este sueño se acumula sobre mis llagas, cuando he comprendido tu no existencia, tu presencia de instantes, entre el ensueño y el dolor. Cuando la oscuridad
permanece junto a los repliegues de mi piel, amenazando con tu ausencia.
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