martes, 1 de noviembre de 2011

¡SALVE ODOR FORCE BRIDA! .-Por Ignacio Bellido

Después de haber leído a Patrick Süskind,
quedé tan grabado en perfume,
que he pasado tiempos
condensando la esencia de mis amantes
en las ánforas de noche.

No puedo compararme a Grenouille,
genio olfativo y perfumista de Europa;
además no asesino para conseguir fragancias,
pero la genética me ha sellado :

Mi padre era perfumista,
y me dejó sus fórmulas
como remedio a mis desidias .
y ahora puedo entregar las noches,
al enebro, azahar, romero, estoraque,
cuando las palpitaciones amenazan,
o cuando la maldición
quiere transformarme en vampiro .

Los días azabache,
recurro al espliego y al vetiver,
y cuando no hay coordinación,
unas gotas de almizcle
sobre las plumas organdí de la almohada
me hacen retomar el olor de madre.

En el mal presagio, y en los abandonos,
en las insanias y llagas de aliento,
las cortezas de saúco
alambicadas con mirra y algalia,
aromatizan los conjuros
y el pensamiento destila su esencia.

En plenilunio de trigales,
acude el benjuí
coordinado con agua de arroyos,
Y en mis aquelarres ,
las flores de ortiga
los rizomas de lirio
y de nuevo el almizcle,
renacen la inmensidad.

Integrado en este mundo,
no recurro,
no desprometo
no deshalo
ni retroco
las adminidades
ni las desguerraciones.
La menturada obligación de permanencia,
entrecurado en la oltativez,
me hacen variomatizar un upergrito:
¡Salve odor force brida!
Mientras muero de esencia en hedor de dioses.

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