viernes, 18 de noviembre de 2011

NOCTURNO EN ALBACETE.-Por Ignacio Bellido

En Albacete

el tiempo forma una rueda con los pensamientos

y el astrolabio se pierde en sus calles

que se bifurcan en la efigie del entorno.



Hay un orgullo

en el Museo Municipal,

donde el pintor Qijano

habla con trazos imposibles para

sobrecoger

aliviar

comprender

o mantener su flecha

que conoce los rumbos

en la densidad.



Mi tiempo en las calles de Albacete se inmoviliza

y recuerda lo turbio y dorado de las aguas

que cubrieron parte de un plebiscito

y ahora flota en ellas

como talla asimilada.



Hay desorientación

a estas horas de la noche

y en la soledad

los pasos vacilan

sobre el quebrado de los años.

para retornar al mismo rombo

que proclamaba el oráculo.



“Estas recuperando tu juventud”

Grita el artista

en sus ánimos

cuando le invoco sobre los cuadrados de la noche.



“Vive este instante elegido”

Sigue aconsejándome.



Y el pensamiento me lleva a Bogarra,

a su valle de retorno,

a sus cumbres de sierra,

donde el color cantaba coplas de luna

junto a los arbustos

que aún perduran en los parpadeos

de la noche.



Allí viven Mercedes y Angelín,

la Madre y el Compañero de Quijano,

en simbiosis con el lamento,

alejados de luces profanas,

sentados alrededor de una camilla

que magnifica el círculo,

con el rito de esencias.

y el contrafuerte del color.







Decir que el tiempo muere

es entrar en blasfemia.

Decir que el tiempo nace,

es formar un criptograma

que sólo se comprende desde lo lineal

o armonizando los paréntesis de ensueño.

con lo gélido de la andadura.



Tendría que alabar este palacio de la noche

que me permite abrir el cofre de intenciones

para contemplar mis deseos

perdidos en lo intemporal

con su abalorio de misterio

entonado en el pliegues de mis manos.

y en la indefinición de la muerte.



He comprendido en este dolor del tiempo

que la luz no me obliga a renacer,

que puedo formar una amatista con el recuerdo,

y la maga me ofrece su aislamiento para volver

al arco que cubría la permanencia.



He aquí el cuerpo entregado.

y el albricias en su rocío de noche.



Que incomprensible puede ser un sonido

cuando no se espera lo pautado.

Que torpe se vuelve el diamante

cuando no puede comprender la leyenda que lo mantiene.



Así de nuevo la noche,

en esas calles que parecen ceñirse a la indecisión

y mi voz que no puede asomarse a la celosía

para gritar su impotencia.



Pienso en la huida,

pero no hay destinos.

ni pugna

con un enemigo inexistente.



He de romper el vacío

de este cuerpo de aceras

que debe volver a su mañana

y en la espera en el “Rincón del Arte”

escribo estos pensamientos

entre los óleos

y en la mirada comprensiva de la dueña

que acepta que a las dos de la mañana,

el artista puede estar ausente

pero su presencia nunca muere.



Fuera,

amparada en sus calles

que serpentean la armonía,

queda la ciudad sin torres

en su noche.



Queda la ciudad

de infancias maduras...



La ciudad del Alba.



En un lugar de la Mancha…”



En un lugar del sentimiento.



Albacete, Marzo, 2007

6 comentarios:

  1. Después de leerte solo puedo decir una cosa;
    Que grande eres, Poeta, que grande!!
    Excelente poema, Ignacio.
    Mi abrazo y mi aplauso...

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  2. Ay Ignacio, que aquí eres de un liviano y tráslucido cristal y yo veo todo tu corazón, entero y en su más profundo y herido latir...! Fraterno y solidario abrazo

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  3. "Decir que el tiempo muere/es entrar en blasfemia" y "el artista puede estar ausente

    pero su presencia nunca muere",qué grandes versos de artista,Ignacio.Un abrazo.Jessi

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  4. Carmen un abrazo y muy agradecido por tus palabras

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  5. Querido Barri tu me conoces bien desde mis infancias y bien sabes encontrar aqui...un gran abrazo de hermano.

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  6. Jessi tu eres de allá y bien sabes y me conoces.
    Un abrazo

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