lunes, 14 de noviembre de 2011

LA TURBULENCIA .-Por Ignacio Bellido

La turbulencia no puede ser Dios. Hay rutas que desvían el rumbo para evitar la esencia del olivo, son por lo tanto engaño, requiebro de colina, mitades de lago. Incompletos que se brindan en totalidad. Señuelos de mirada. Penitencias solares que no pueden más allá de la sombra, y obligan, obligan...
Aparecen cada mañana junto al nombre disecado de la conciencia, para seguir obligando. Entregan un telón invisible que impide la salida del agua, y borran los pechos de las madres en la niebla.

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