viernes, 4 de noviembre de 2011

ANTILUNA DE PENETRACIONES.-Poemario por Ignacio Bellido

ANTILUNA DE PENETRACIONES

Sobre todo, es preciso cantar o simplemente hablar sin equívoco obligatorio, sino con algunas olas disciplinadas

Vicente Huidobro


I

Conmovido
sobre mensajes de agua
besas en tu cuaderno de minio
fragmentos de luz
milenios de la flor de entrega
hojas de loto
donde grabaste
su oración desnuda.

II

Fuera del yo
en el significante
que selló el grito
en un oscuro dedo
del beso patriarcal
donde muere la sangre.

III

En la muerte
sin tallo
en la miseria
de una melodía
en los gritos de rock
rodeada
de náusea
rodeada.

IV

Sin deseo
bajo sangre invertida
pensando de tus manos
las arrugas que fueron
mies y rincón
susurros y pausas, labios
entorno de morada.

V

Inundado
fuera de la palabra
más allá de la luz
buscando entorno
donde dejar tus manos
selladas
con rocío
que venció su barro.

VI

Correcaminos
sobre timón de un cuervo
niegas pentagrama
en claves de ciego.
Descubierta,
sin ritmo
muestras la Vestal
de tu origen
tapando el himen de tus versos.

VII

Millones de estrellas
rodean tus átomos
para proteger
su cosmos entre el tuyo.
Millones de amor
brillos de suspiro
hilos de unidad.

VIII

Templo, Templo
el fuego de cera
serpentea clamores
en el escalón
con tu huella de nácar.
Invadida en salmos
retienes tu color
para entregarte

IX

Desorientada
al crecer en reloj
de tu tiempo
sin saber que tus horas
son arena de otro.
Este laberinto
no tiene medida
y el tiempo muere
en la luz de una hoja
que confirma
el señuelo de brújula.

X

Angel
flecha de otero
que levita
sobre gotas de olivo
en llamas
de dolor-placer
sobre laudes
que confirman tu aurora.

XI

Infinitos mundos
sienten la plegarias de mi vientre
en balbuceo.
y mi presencia se convierte en sagrario
junto a las miradas
que acompañan tu ritmo
y me brindan
de luz.

XII

Prometida en sauces
muro de cualidades
ciega de plata
que trémula entre códices
el no mensaje
el no de un si
el si de nuestro no.

XIII

Cariátide de sal
atrapada en el viento
no cantas
no rodeas la alborada,
permaneces
en mi roto sendero.

XIV

Traspasada
en tu árbol
por la esencia de noche
en los quiebros de un fauno
en las aguas que viven la tierra.
Penetrada
en sol muerto
por el grito que no pudo
redimir su luna.

XV

Como surco sin tierra
como abismo
separo los lamentos
y llego hasta el brocal
donde perdí las manos
y perduran mis huellas
rasgadas de noche
sobre el aire.

XVI

Caleidoscopio
en el señuelo de mirada
que arroja viento
en la pasión de un lago
para llegar perdidos en las ondas
a su final de círculo.

XVII

Mujer, no mueras
no abandones tus manos .
Bajo la torre alquímica
hay fuego en el fuego
atanores de alma
ventanas en proyecto de entrega.

XVIII

Sobre la calavera
que recubre mi carne,
entre las células
vibración de tu prado
en nuestra noche
que pronuncia
su cripta.

XIX

Música en la paloma de promesa
sobre el agua del río que te ocupa
ritmo que entrega mí añoranza
en una canción de Jacques Prévert.

XX

Siempre abierta
sobre llagas de ciego
con su oración del nosotros
en el rosetón de Notre Dame.
Manos unidas en corona
pergamino en laudes
de llegada
polen que venera
el triángulo
en su espectro de sol.

XXI

Ciclón
alrededor de tu sabiduría
temblor
en el misterio que sobrevolamos
ensueño
en el allegro de la tarde.
Hada en arrebato
de color
más allá de tu góndola.

XXII

Agrandada
prometida
deseada
disminuida
junto a tu eco.

XXIII

En mi rito
todo el todo
de nuestro lágrima.
Arena de bosque,
plena
nuestro retorno.
Danza
de incienso
que eleva
mi cuerpo
mojado
hacia el cielo de mar.

XXIV

Rompe nuestro placer
la mansión del recuerdo
con el yo diluido
entre un violín que oficia
en lapislázuli.
Lo escala vivió clamor
derramada en el egregor
en la no ruta
en la no conciencia.

XXV

En el abismo,
en la oración desde mi cuerpo,
al tu-yo
muero
para entregar
en la bocana,
el mar que habito
en mi caída.

XXVI

Concertino de agua
que rompió la noche
de árboles en celo
y ofreció tu grito
como cantar
entre túnicas
de ausencia
que sellaste
con la razón de muerte.

XXVII

D
-es
-boca
-da

en la savia
sobre tormenta de luz.
Grito
primal
de la palmera
que borró tu desierto.

XXVIII

Gusano enloquecido
que busca
túneles
de sinfonía
en el tejado.
Balbuceo de aurora
que nació en el rictus
de su montaña.

XXIX

En un rincón
cultivas
flores de noche,
oraciones de agua
pausas de fuego.
Olvidado,
vives el momento de luz
entre su nombre
de callados círculos.
y esperas
la razón de sus labios
con la ofrenda

XXX

Entre ventanas de color añil
te busco sin entornos.
Silencio
en mi cueva de jazz.
Jim Morrison
anuncia «The End»
”the real end”
¿en qué razón del tiempo?

XXXI

Aquel libro...
tus pausas... música de Mahler
el Sena en su dolor de agua
nuestro puente
la campana
del carrillón St. Michel
un bucle del tiempo
en el daguerrotipo
de nuestra llegada.
Temblorosa retrocedo en mi sangre.

XXXII

El aire se ha convertido en noche
y sobre tu lluvia
arrojo pistilos de luz.
Donde tu cuerpo acaba
comienzan mis almas de tierra
para ocupar el fruto
sin espinas
y sin burla del tiempo.

XXXIII

Onán rompió mi llave
sobre las algas
que estremecían
mi último cuerpo.
Clavó sus notas
sobre la pleamar
de mi sangre
y en grito
me rodeó de abismo.

XXXIV

He convertido mi cuerpo en laberinto
para vivir tu seda de abandono.
En la salida los espejos silencian
y las leyendas vino
mueren su noche.
Transportando
lloro en vivir
la fantasía
del aquelarre.

XXXV

Quebrantada en oración
estremecida en surcos de iglesia
huerto de flor y engaño
que se nutre de dioses.

XXXVI

Misión
marcada por genes
que invocan tu estremecer de alma.
Ensueño que olvida colores
en rumbo de iris
para entregar el mito.
Humanoide
en tinieblas
buscando sangre en la hondonada.
Clamor que une la tierra del bosque
para vencer pétalo a flor
la escala maldita de la palabra.

XXXVII

Tu muerte en mi
no fue la tierra
en su torrente.
Sólo mis párpados
acudieron
a cerrar el dosel
de tu invisible Templo.


XXXVIII

Los mendigos
me cubren de túnicas
al entregar la manzana
de tu promesa.
El proscenio ha cerrado
ha muerto el goce
ha llegado la enseña.

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