Muchos años meditando
y ahora puedo sentir
el sol de los árboles.
Mi alma descansa.
El armadillo me contempla
y el pájaro de magnitudes
deposita una pluma
sobre mi última huella.
En esta soledad
reconstruyo las fantasías
y en la espera,
las ondas acarician el agua
la luz del bosque
acepta el infinito
y es posible retomar
el ángulo de las doctrinas.
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