Abrázame, donde comienza la melodía,
para que no vuelva a los prados apócrifos
que nos engañaron con su leyenda.
Abre mi arco de poderes,
cuando el maligno se aproxime,
y sella la debilidad de mis palabras
con la fortaleza del árbol
que crece junto a la vaguada.
He aquí mi cuerpo.
He aquí mis denarios conseguidos
en lo inoportuno del deseo,
y he aquí el pergamino con mi nombre
para que clasifiques mi entendimiento.
No quiero llegar a los palacios aclamados,
tan solo permanecer en la mirada
al lado de los muros de la ciudad benévola
y en el rito de tu mensaje.
Heme pues ,
en pequeña flor de esperanza
adornando el destino de tus esencias
y aclamando en eterno
la llegada del nuevo astro.
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