I
Siempre el corazón alberga otras vísceras 
que nunca dejan de latir 
aunque se renuncie a la continuidad.
La sensación  se mantiene en su eterno,
y el desierto acepta el dominio del oasis.
II
Las variaciones del mundo y sus promesas, 
son  como las hojas del árbol 
que mueren sobre la sombra del infiel.
 Hay un canto que alivia, 
pero  la elipse continúa la indiferencia de su ruta
III
Nadie ha regresado a sus inicios,
 ni las conciencias  logran reconvertir el tiempo
 en una sensación de armonía.
 Tan sólo el epitafio ordena la condición  
y trata de mantener la promesa.

 
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