miércoles, 16 de noviembre de 2011

OBSERVANDO LA MAGNITUD.-Por Ignacio Bellido

La magnitud no clama de miseria
ni acomoda el jergón;
pasea de tules sobre la gran alcoba,
graba su nombre en pronunciadas rutas,
y no atiende al pastor,
tampoco se ha hermanado con la hormiga,
y ni siquiera en la muerte se contempla.

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