La muerte acude
al dios de la palabra
para mantener su trono.
Sabe la muerte
que no puede competir
con esa gota de agua
independiente de las nubes
y afila su misterio
con golpes desmedidos
en la manzana de su mundo.
La muerte ha de rendirse
ante los quarks
(número trino
que se proyecta en sombra
con calculada luz)
y sabe que la cripta
ha perdido valor y no se abre
por más que pronunciemos de sahumerio.
Hay presencia de nueva dimensión
que recuerda su árbol de lo eterno.
La plegaria se pliega con su noche
y la tierra renace con su día.
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