martes, 8 de noviembre de 2011

LAS RAZONES DE EINSTEIN.-Por Ignacio Bellido

Le expliqué
con un movimiento geométrico de manos
a mi amigo Mullarkey que sus poemas
tendríán que ser magnificados
desde el epitafio.
La camarera
nos servía los Martinis,con la sonrisa
de la devoción.

Estábamos con luces de invierno,
en el bar-lounge del Empire State.
Yo había venido desde New Haven
Y él desde Princeton.
Había tenido una entrevista con Einstein
Y estaba muy entregado .

“No es la fama, ni la sabiduría la gran fortaleza,
¿Recuerdas nuestro encuentro
en la Gran Central Station?”.le señalé


No entiendo.-Me replicó.

-Todo es como el aire, todo muda, nada mantiene la necesidad, somos un remolino de deseos ajenos.
Todo es relativo, te lo ha dicho el sabio-seguro-hace un momento.
No programes.
Mantengamos la altura de este rascacielos.
En la Gran Central-le volví a recordar- apareció el gran momento de todos, y nadie lo apercibimos.
Ni yo mismo, sólo ahora lo intuyo, y te lo brindo.
Acude a tu epitafio.-le señalé de nuevo
Allí está tu gran poema .
Es la enseña”.


Había comenzado la noche.
Fue un día cualquiera en lo relativo del tiempo.

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