miércoles, 9 de noviembre de 2011

Día de Sol en "LA RECOLETA".-Por Ignacio Bellido

Tumbas chalet entregadas a la vida
manifestando la intención de
permanecer
en la piedra no penetrando
ostentando su nombre que no dice.
Títulos nobiliarios en su adiós.
Sol que rompe los destellos
sobre el mármol negro y recamado.
Tumbas chalet
abandonadas no por nadie
el destino
la última no voluntad
que reviste ninguna mirada
acaso de afirmación de vida.
El gesto de una mano
retocando las preces que huyeron.
Pequeños cipreses anunciando
las almas que aún viven
flotando en la esperanza de las hojas
sobre el paso que resuena en la
bóveda
bóveda semiabierta por un rayo
que ignorante mató a la muerte,
para renacer en la no vida.
Pequeñas hierbas que circundan
la osamenta encajada y severa
que los años no calman.

Gritos y canciones al otro lado del
muro
artesanos de todo sueño
de todo repentino deseo
en fusión de voces vida muerte
que se ignoran.
Se ignora que el sol no es para todos
ya,
que hay rayos que mueren sin
energía,
sin haber dejado un pensamiento
no en la tumba que no recoge,
no sobre el bolso repujado
ni en el huaco que revive
ni en la remera azul.
Allí la hierba pisa vida
pisa melodías
se encoge y arrastra sobre el zapatito
que se eleva entre los globos
hacia el otro lado de la plaza,
hacia el cementerio,
con humos que lo siguen,
ceremonia de asados,
carnes que llegaron bravas,
cubiertas por una piel
una piel que era vida
en los prados de la Pampa
sobre los crepúsculos fucsia
de las tardes de lago y Cruz del Sur.
Llegaron esas carnes muertas ya
a la pradera de "La Recoleta"
y su olor mantiene la alegría
de los paseantes que miran
los pequeños tinglados de colores
donde el vendedor en reverencia
anuncia sus momentos de entrega
sobre la curiosa interrupción
de una sombra
morfologicamente indeseada...

...Y entre la música de Tango
entre el libro que su autor proclama
ser suyo no vendido
sobre ese libro y esa imploración
de hombre sin ceremonia,
el tiempo hace un violento giro
para retornar a la avenida
donde inició su andadura
sin saber si la vida y el tiempo
se han unido en el dolor,
entre las ondas de la sinergia musical
que fue premonición de muerte
y en la entrega al ritmo de avenida
se urde un complot de cemento
que no mira a las plantas
ni se integra en la clorofila del viento
que mancha y mancha al ciudadano
en un rincon que se agrieta
sintiendose monstruo ignorado
innvisible en su sombra
que huye de la muerte-vida
hacia otra ruta de miseria

Declamando siempre en oración...

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